A lo largo de todo este tiempo me he percatado de algo que en realidad pasa muy a común. Me refiero al efecto que tienen los Volkswagen en la gente. Puedo decir que todo el mundo puede reconocer casi inmediatamente cualquier modelo de Volkswagen y no sólo eso, sino que puede producir una reacción. Ya sea desde el tradicional Vocho hasta el más moderno Passat.
Puede ser un tema de conversación entre familiares y amigos; siempre hay un recuerdo o una anécdota que envuelve un Volkswagen. Existe la curiosidad de descubrir que más tiene ese auto alemán, que si el Vocho tiene algún accesorio, el perfecto estado en que se encuentra una Brasilia, si aun tiene la misma capacidad la Combi.
Muchos de mis colegas de trabajo de forma directa o indirecta hablan de mi Volkswagen pero terminan coincidiendo de que es un buen auto, de buena calidad y que nunca pasará de moda.
Para nosotros no sólo es el auto que nos transporta, es también algo que nos causa orgullo. Es agradable sentir el tradicional olor que emiten los plásticos del interior. La sensación de manejo que siempre ha sido la misma desde la primera vez que manejamos nuestro Volkswagen.
Siempre causa una satisfacción ver como el auto en buen estado entrega el mismo servicio, fiel y durable. Puede ser una tarea muy agradable lavarlo y darle ese nuevo brío y de que muchos aun voltean por ver tu Volkswagen.
Los Volkswagen, no importando cual manejes, siempre transmitirán una sensación, una mirada y hasta un deseo.