Hay pocos momentos en la vida en la que se tiene una oportunidad tan especial como el ver un modelo ya desaparecido. Verlo en un estado casi perfecto y con muchas de sus características intactas puede hacer aun más valioso el momento.
El Volkswagen Safari fue un automóvil comercializado en México en la década de los 70. Lo singular de este modelo era su sencillez, su practicidad y el bajo costo de mantenimiento. No era un secreto de que compartía la misma plataforma y elementos mecánicos del Vocho, causa por la cual era sumamente conveniente.
Ya pasado los años, este modelo se fue extinguiendo y poco a poco también fue olvidado de la memoria colectiva. Sin embargo para la satisfacción de muchos de los aficionados y admiradores de este modelo existe aun un lugar en donde han sobrevivido al paso del tiempo.
En mi último viaje a Acapulco, me llevé la gran sorpresa de ser transportado por uno de estos singulares vehículos. Un Volkswagen Safari en perfecto estado y reluciente, todo un modelo de concesionario. Me sentía honrado de poder disfrutar una vez más las maravillas que este modelo ofrecía. En el interior no se observaba ningún elemento ostentoso ni botones inútiles. Su carrocería en este caso pintado de azul y blanco se ve marcada la sencillez de su construcción. El motor colocado en la parte posterior tiene la misma sinfonía que emite el Escarabajo.
Bajo un sol intenso y paisajes paradisíacos, el Safari resaltaba en medio de todos estos elementos. No es un auto que sea admirado por su tecnología o por romper límites de velocidad sino por la historia que él encarna. Un automóvil que representa una época en que la practicidad y un manejo sencillo eran lo más importante, y en donde la seguridad era un tema inexistente.