
El aprender a manejar es una experiencia inolvidable. Todo mundo espera ese momento de poder tomar entre sus manos el volante de un automóvil y recorrer los kilómetros sin limite.
Muchas veces esa inquietud es más fuerte y uno toma la iniciativa de aprender a controlar un auto mucho antes de tener la edad legal para tener un permiso. Ya sea tu padre, tu hermano o tus tíos, te motivan para que des ese paso tan gigantesco en tu vida.
Muchos de nosotros a muy temprana edad tuvimos algún contacto con un Vocho. Ese carismático vehículo que se veía circular por doquier. Era un auto durable, confiable y que daba una confianza al manejarlo desde la primera vez.

Una vez en marcha las imperfecciones del camino nos hacían recordar que estábamos detrás del volante de un Vocho. El característico ruido del motor que transcendía al interior de la cabina era otro singular toque del buen Vocho. Después de algunos años se puede decir que los que aprendimos a manejar en un Vocho somos parte de una generación. Pero aún ahora muchos de los nuevos conductores siguen buscando esa experiencia que ya es casi un mito.